13.03.24
En un contexto de envejecimiento de la población y de crecimiento de las necesidades sociales, la gestión de la dependencia es uno de los temas clave de los próximos años. La Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales ha publicado justamente estos días unos datos terribles que ponen de relieve que la dependencia no hace más que crecer y que los recursos públicos destinados a esta cuestión son claramente insuficientes: según estos datos, 111 personas dependientes mueren cada día sin haber recibido la ayuda a la que por ley tienen derecho. 40.447 en total el pasado año. Mientras, 296.431 personas están esperando algún tipo de trámite vinculado a la dependencia en todo el Estado.
Esta circunstancia no sólo afecta a las personas que se encuentran en las sobrecargadas listas de espera de la dependencia sino también impacta, de rebote, en la calidad de vida de las personas encargadas de cuidarlas. Y es que la complejidad, rigidez y lentitud de los trámites para obtener el grado de dependencia hacen que en la práctica sean los familiares quienes en muchos casos asumen estos cuidados. Las cifras son suficientemente elocuentes y obligan a una reflexión: se calcula que sólo en Cataluña, actualmente hay más de 97.000 personas cuidadoras no profesionales, según el informe de prestaciones económicas y de servicios para personas con dependencia de la Generalitat, aunque que no todas están en lista de espera de un servicio.
Estas personas, a menudo familiares sin preparación que cuidan de forma no profesional a parientes en situación de dependencia, realizan un trabajo muy desgastante y muchas veces con renuncias personales y profesionales muy altas. Se encuentran a menudo sin apoyos y desarrollan un alto grado de estrés, agotamiento físico y mental y sufrimiento al recaer sobre ellas la responsabilidad del cuidado. Es además un trabajo que supone una alta desigualdad de género: el 88% de estas personas son mujeres.
La Fundación Pere Tarrés se ha propuesto potenciar y ampliar sus programas de formación y acompañamiento a estas personas. Desde 2009, la Fundación Pere Tarrés ha formado a cerca de 7.000 personas cuidadoras no profesionales y ha organizado más de un centenar de grupos de apoyo y ayuda mutua, espacios muy importantes para estas personas que les permiten desconectar, compartir sus inquietudes e incorporar nuevos conocimientos y aprendizajes.
Más allá de mejorar y reforzar este acompañamiento, la Fundación ha analizado, a través de entrevistas cualitativas y cuestionarios a cuidadoras y expertos, los puntos débiles del sistema de servicios sociales y cómo afectan a las personas que se encargan de cuidar de la dependencia de forma no profesional. En base a este análisis, ha elaborado un decálogo de propuestas con el objetivo de mejorar el sistema y la calidad de vida de las personas cuidadoras. El listado de propuestas es el siguiente:
- Reconocer a las personas cuidadoras. Se evidencia la necesidad de un reconocimiento social y profesional de la experiencia que otorga el desarrollo de la atención que dan las personas cuidadoras no profesionales. El tiempo que estas personas destinan a los cuidados y que habitualmente asumen debiendo abandonar el mercado laboral es origen de experiencias y adquisición de competencias que deben ser reconocidas.
- Combatir la precarización del sector de los cuidados. Es básico promover un trabajo de calidad en el sector social, mejorando las condiciones laborales de las personas que trabajan, y en la medida de lo posible, potenciar las organizaciones de economía social y colaborativa para que no sean empresas con ánimo de lucro las que ocupen el mercado de la provisión de los cuidados en el hogar.
- Incorporar a las familias en el modelo. Es necesario escuchar a las familias y hacerlas partícipes del diseño y gestión del modelo.
- Desconexión y soporte mutuo. Es necesario desarrollar y reforzar los grupos de apoyo emocional y los espacios de desconexión para combatir el “burnout”, con el objetivo de generar redes de apoyo entre las personas cuidadoras, mejorar su bienestar emocional, compartir experiencias y conseguir recursos o ideas que les ayuden en su día a día.
- Potenciar a las entidades del tercer sector como complemento. Las entidades del tercer sector, por su mayor agilidad y proximidad con las personas, tienen un rol complementario de la administración y deben potenciarse como complemento allá donde la administración no llega y como facilitador que puede ofrecer estrategias y recursos a los cuidadores que la administración no otorga. A través de conciertos sociales y colaboraciones estables, como vía para consolidar el sector social como prestador de servicios a las personas en situación de dependencia y a las personas cuidadoras no profesionales.
- Concienciación social. Es necesaria una sensibilización y una concienciación de la sociedad en torno al tema de los cuidados desde una perspectiva de género que ponga el foco sobre el hecho de que la gestión de la atención a las personas dependientes se centra en el entorno familiar y que ponga en evidencia la sobrecarga de los miembros femeninos de la familia y la naturalización de la asunción del rol de cuidados por parte de las mujeres.
- Mejorar la coordinación de los agentes sociales. Es necesario mejorar la coordinación entre los diferentes estamentos implicados en el sistema de servicios sociales: entre departamentos de una misma administración, entre diferentes administraciones y entre administraciones y entidades del tercer sector, con el objetivo de conseguir un modelo de detección más preventivo y no tan reactivo.
- Ampliar los recursos de apoyo existentes. Se hace necesario ampliar, flexibilizar y diversificar el catálogo de servicios y prestaciones para reforzar los apoyos que se prestan en el domicilio, ofreciendo nuevas fórmulas de prestaciones y ayudas, reforzando mecanismos como el asistente personal, la teleasistencia avanzada o nuevos modelos de vivienda como los apartamentos tutelados, incluyendo también los recursos comunitarios promovidos por los agentes sociales del territorio.
- Formaciones dirigidas a las personas que cuidan. La mayor parte de formaciones existentes hoy en día vinculadas a la dependencia van encaminadas a dar herramientas de cómo atender a la persona en situación de dependencia, pero es necesario desarrollar nuevas formaciones dirigidas al autocuidado y a conocimientos y competencias que pongan en el centro la persona cuidadora no profesional.
- Optimización y mejora de los procesos vinculados a la dependencia. Es necesario mejorar distintos aspectos normativos relacionados con los circuitos de los servicios sociales que generan una excesiva burocracia, procesos de tramitación desproporcionadamente largos, desinformación, etc.
Estas propuestas se plantean en un contexto de progresivo envejecimiento de la población: el plan estratégico de servicios sociales 2021-2024 de la Generalitat hace una proyección demográfica según la cual en el año 2030 la población de 65 años y más representará el 22,3 % del total de la población y en 2060, el 29,8%.
Mujer que dedica 14 horas diarias a los cuidados
Con estas previsiones, la figura del cuidador o cuidadora será cada vez más importante, y la reforma del sistema de dependencia deberá ir de la mano de un mayor apoyo a estas personas, teniendo en cuenta que, según varios estudios, la percepción de la calidad de vida de estas personas es muy baja e irá a peor. Un informe de la Fundación Pere Tarrés elaborado en 2020 pero con conclusiones todavía muy vigentes hoy en día, establece un retrato del perfil prototipo de la persona cuidadora: 8 de cada 10 son mujeres que cuidan a un familiar y que dedican 14 horas diarias de media a los cuidados. En más de un 70% de los casos sufren estrés porque consideran que no disponen de tiempo para sí mismas ni tienen tiempo suficiente para dedicarse al ocio.
"Reivindicamos el derecho a poder envejecer o ser dependiente con los apoyos necesarios y posibles, y a hacerlo con dignidad", afirma Rafael Ruiz de Gauna, director adjunto de la Fundación Pere Tarrés. “Hacemos un llamamiento a las administraciones y a la sociedad para poner los cuidados en el centro de la vida, y para reconocer, valorar y activar los recursos y apoyo al trabajo que las personas cuidadoras no profesionales hacen calladamente. No vale mirar hacia otro lado”, añade.
Jornada para reconocer el rol de las personas cuidadoras no profesionales
Precisamente para hacer un reconocimiento público al trabajo a menudo invisibilizado de las personas cuidadoras no profesionales, la Fundación Pere Tarrés celebra este viernes en el Auditorio de la Pedrera, en Barcelona, la jornada “Cuidar a quien cuida”, donde algunas personas que se encuentran en esta situación explicarán su vivencia y las problemáticas con las que se encuentran. La jornada, conducida por el periodista Albert Om, incluirá también la charla “Una mirada contemporánea sobre las experiencias de cuidar y las emociones en la vida cotidiana”, de la experta en cuidados Mercè Pérez Salanova, y contará con la presencia del Hble. Carles Campuzano, consejero de Derechos Sociales de la Generalitat de Cataluña. Más información sobre la jornada aquí.